Él le confesó a ella creer que estaba enamorado. Enamorado porque así calificaba su nuevo comportamiento tan repentino desde que la conoció. Y le trató de explicar sin palabras, lo que significaba sentirse así...
Le confesó que era inutil concentrarse sin que ella surgiera entre sus tardes de estudio, que por las noches se desvelaba pensándola e inventaba su cuerpo en la cama.
Durante el día su nombre se clonaba rápidamente y surgía entre todas sus charlas con amigos.
El invierno ya no lo sentía porque con sus besos le abrigaban hasta su alma, y las largas charlas en el auto sólo para escuchar su voz, hacían inolvidable el momento.
Ella tiene ojos color café, que él saborea de a ratos, y su perfume impregna el aire de todo lugar al que él va.
Y sin permiso alguno, él solo espera poder probar de sus labios carnosos esos tantos lindos besos que ya reservó para desgustarlos.
Le confesó que era inutil concentrarse sin que ella surgiera entre sus tardes de estudio, que por las noches se desvelaba pensándola e inventaba su cuerpo en la cama.
Durante el día su nombre se clonaba rápidamente y surgía entre todas sus charlas con amigos.
El invierno ya no lo sentía porque con sus besos le abrigaban hasta su alma, y las largas charlas en el auto sólo para escuchar su voz, hacían inolvidable el momento.
Ella tiene ojos color café, que él saborea de a ratos, y su perfume impregna el aire de todo lugar al que él va.
Y sin permiso alguno, él solo espera poder probar de sus labios carnosos esos tantos lindos besos que ya reservó para desgustarlos.
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