Tuesday, September 13, 2011

Some Day.Some Way.

Por aquellos vericuetos de la vida y las distintas formas de cambio que esta puede asumir, un día te conocí…

De a ratos intentaba recordar fecha exacta del momento en que te empecé a mirar con otros ojos, y en el momento que me empecé a preguntarme por qué te incluiría entre aquellas personas de las que, dada la oportunidad, perfectamente podría enamorarme.
Quizás tenga algo que ver con cómo se entrecorta mi respiración cada vez que te sacás la remera. O tal vez sea por tu sensibilidad a flor de piel. También se me ocurrió que tu sonrisa genuina podría ser un factor de importancia, y me dije que no debía minimizar el placer que me genera tu cercanía.
Acaso sea por lo detallista, lo perfeccionista, o mentiroso. O podría agradecérselo a tu ingenuidad de ciertos momentos, a tu arte de hacerme reír o a tus besos en mi cuello.
Y aunque cueste arriesgarse después de algunos fracasos y aunque a veces duela más la anticipación del dolor que el dolor mismo, supongo que hay que arriesgarse a conocer diferentes tipos de persona, y como dice la frase, “… llorar lo llorado por vivir lo vivido.” Vale la pena.
Es probable que el problema en mi sea esa eterna inconformidad de sentir que jamás hacemos bastante ni buscamos lo suficiente, de asumir que siempre podría haber algo mejor que lo que tenemos frente.
Pero hay casos como este en los que aunque carezca de sentido construir nuestra vitalidad sobre cimientos equívocos, vale la pena volver a caer entre brazos ajenos como hoy lo son los tuyos.
Porque si hay algo que me atrae son tus secretos y se sabe, "la solución del misterio siempre es inferior al misterio mismo.”

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